miércoles, 16 de mayo de 2018

NADIE COMO NUESTRA MADRE


No desaproveches la oportunidad: 


Ahora que tu madre está contigo cuídala, mímala, sé su bastón y fortaleza. Cuídala como te ha cuidado a ti, no te enojes con ella por sus cambios de humor, los años la cansan, los problemas que tuvo que resolver han sido agotadores así como las veces que tuvo que ejercer todas las profesiones del mundo para darte a ti lo que eres ahora. Pero sobretodo respétala, porque verdaderamente jamás habrá nadie que te ame como ella te ama. Su amor por ti siempre prevalecerá, porque eres parte de sus ser, su sangre y ella siempre estará para ti esté donde esté. Cuando los años empiecen a cobrar factura a su cuerpo es cuando más paciencia deberás tener con ella, te contará muchas veces los recuerdos que tiene, y deberás escucharla contarlos como si fuese la primera vez que te los cuenta. Ahora eres tú quien debe protegerla, amarla y valorarla, pues madre hay una sola .


Hay muchas madres, pero ninguna como la nuestra: Es cierto que hay muchos tipos de madres, pero siempre la nuestra será la más maravillosa que la vida nos ofrezca. Ella será nuestra amiga, la que guarda todos nuestros secretos y lava nuestras penas cuando sufrimos mal de amores, la que nos cuida como una doctora cuando estamos enfermas. Con el tiempo apreciamos más a nuestras madres: Los años no pasan en vano para nadie y cada año parecieran pasar más lentamente, las hermosas arrugas en el rostro de la madre son el vivo reflejo de las experiencias que ha vivido. 


No hay otro ser más especial que la madre, no hay ni habrá un amor más sincero que el de una madre. Cuando somos jóvenes muchas veces no sabemos apreciar el valor que realmente tiene la madre y la tenemos como “nuestra amiga”, pero al pasar el tiempo nos vamos dando cuenta de lo mucho que amamos a nuestras madres, mucho más de lo que creímos en nuestra juventud.

 No es algo de lo que nos demos cuenta de un momento para otro, pero siempre llega el día en el que nos percatamos que nuestra madre es lo más grande que hay después de Dios.